En una época sonreír era una extravagancia

En una época sonreír era una extravagancia

Aunque parezca mentira, sonreír en una época era un claro símbolo de mala educación. Un claro ejemplo se puede ver en las obras de arte de 1780 cuando lucir la boca abierta era algo muy negativo.

Además, abrir la boca, no tenía ninguna razón. En la antigüedad los artistas que hacían sus obras con los labios separados eran excéntricos, consumidos por una extraña pasión, los actores que representaban un papel o las mujeres de vida ‘liviana’.

Recién desde Madame Vigée en adelante se comenzaron a ver retratos de persona sonriendo, pero de una forma tímida, acorde a las más estrictas reglas de decoro. En el año 1843 la Reina Victoria posó para una pintura de Franz Xaver Winterhalter en la que ella se la podía ver sonriendo, se lo conoció como ‘retrato oscuro’ ya que no podía ser visto por el público, los dientes eran piezas que sólo podían ser valoradas por su amado Alberto y no por el público en general.

En las viejas tradiciones sonreír no era algo decoroso, se interpretaba como alguien que se reía del otro, solo se podía sonreír entre dos personas.

Con el paso del tiempo se fue formando la idea de que era importante comenzar a mostrar la personalidad y el carácter de alguien, si estaba sonriendo o gritando, así el artista terminaba pintando el gesto y no a la persona.

Tengamos en cuenta que en la época de la que estamos hablando el cuidado de la boca era muy básico, unicamente la gente más acomodada se frotaba los dientes usando un trapo y se usaban palillos para la limpieza de las muelas. Y, ante algún dolor, se escogía la extracción.

A partir de 1720 algunas personas, que tenían conocimientos de cirugía se consideraban dentistas y realizaban algunas de las tareas como los odontólgos actuales (blanqueadores, ortodoncia, extracciones), claro está que no siempre los tratamientos eran exitosos.

Una de las curiosidades de la época era la confección de los primeros dientes de porcelana que reemplazaron las prótesis de dientes humanos o de huesos de animales que se empleaban para mejorar la dentadura. Ya, en el año 1789 la fábrica de porcelana Sevres anunciaba sus dientes incorruptibles como toda una novedad para el momento.

Estados Unidos fue el primer país en profesionalizar a la odontología. En Francia también se pudo ver un interés temprano y apareció una profesión nueva. Entre los años 1830 y 1840 comenzaron a parecer, en Estados Unidos, asociaciones, escuelas y centros de odontología.

Foto | Flickr

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