El Botox o Toxina Botulínica no solo tiene fines estéticos, hoy te contaremos la relación que existe entre ella y la odontología.
Al parecer tiene la capacidad de relajar los músculos para así evitar el desgaste de los dientes y evitar la migraña que puede causar el bruxismo.
Una inyección de botox podría ser una buena solución a los problemas dentales como el rechinamiento de los dientes o el bruxismo. Dentro de la odontología la toxina tendría la capacidad de cumplir una buena función, usada para tratar el bruxismo y para las sonrisas gingivales o el síndrome de distonía oromandibular.
El bruxismo termina generando un dolor facial, además de un desgaste excesivo de los dientes. Para tratar este problema se emplean normalmente las férulas nocturnas o las placas miorrelajantes, de esta forma se protegen los dientes y se complementa la toma de medicamentos para que se disminuya la inflamación del músculo.
El botox debe ser aplicado en las terminaciones nerviosas que se encuentran en los músculos lisos de la mandíbula, perdiendo la movilidad pero no la sensibilidad de la zona. Llega a producir una parálisis neuromuscular selectiva que es inducida por el odontólogo. La inyección debe ser colocada de forma muy precisa en la parte con mayor dolor del músculo. Recuerda que esta toxina no afectara en absoluto la capacidad de masticar.
Por su colocación se pueden eliminar los dolores de cabeza que generan el rechinamiento dental.
Los efectos se hacen visible 72 horas después del tratamiento y la potencia máxima se alcanza a la semana.
Recuerda que para realizar este tipo de tratamiento es necesario con un odontólogo que tenga amplia experiencia.
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Que guay! A ver donde puedo encontrar un dentista que me ponga mona con el botox y acabe con mi problema de bruxismo….. 😉