Pocos son conscientes de las graves consecuencias que pueden generar las deformidades dentales, las cuales se traducen en maloclusiones dentales (malas mordidas) producidas a partir de las dietas modernas deficientes en nutrientes y ricas en sustancias refinadas acidas.

Se llama oclusión a la forma en que los dientes superiores e inferiores encajan entre sí y la articulación temporomandibular es una cavidad, a modo de bisagra que en conjunto al estar mal alineados da como resultado una maloclusión o una mala mordida.

Una maloclusión a menudo se refiere como una mala mordida y ocurre cuando los dientes no ocluyen, es decir no se ajustan correctamente al momento del cierre, cuando esto sucede las mandíbulas comienzan a desplazarse fuera de la alineación también, llevando a la articulación temporomandibular fuera de su posición normal.

Esto puede crear un síndrome conocido entre los odontólogos integrales como; disfunción temporomandibular, que también puede desarrollarse a partir de un trauma, como lesiones en la cabeza o accidentes del tipo latigazo cervical, que pueden afectar a los ligamentos y los discos, rompiendo le delicado equilibrio en la articulación temporomandibular.

La principal causa de maloclusiones radica en una nutrición inadecuada durante los años formativos o sea antes y durante el embarazo, continuando con la nutrición inadecuada durante la lactancia cuando se utilizan sustitutos tóxicos de fórmula.

Para tener en cuenta; en las culturas antiguas tradicionales se consumían dietas especiales antes de la concepción, a menudo uno e incluso hasta dos años antes del nacimiento, para asegurar la salud de futuro niño, las cuales incluían; carnes y vísceras como el hígado, huevos, leche, mantequilla, aceite de hígado de bacalao, huevos de peces, alimentos fermentados (queso, yogur, chucrut, y similares) frutos secos remojados, granos recién molido, frutas y verduras frescas.

Imagen: MF

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