Una óptima higiene bucal es el primer paso para tener una salud bucodental sin complicaciones, luego la alimentación y las visitas periódicas al dentista ayudarán en esa prevención.
Pero la higiene bucal no se aprende de un día para otro. Es un proceso que los padres deben comenzar a enseñar a sus hijos, desde que tienen pocos días de nacidos.
En recién nacidos y bebés, el Consejo General de Dentistas sugiere mantener las encías limpias, masajeándolas con una gasa húmeda; no compartir cubiertos, vasos, etcétera, para evitar intercambiar las bacterias que causan enfermedades orales; y cuando le salgan los primeros dientes, comenzar con el cepillado.
A medida que el bebé crece, los cambios en la higiene oral van adaptándose, para que tome conciencia poco a poco del valor de estos rituales.
Antes que el niño cumpla los dos años es aconsejable que deje el biberón y el chupete, y ya puede usar pasta dentífrica fluorada equivalente al tamaño de un guisante.
Pero es importante que los padres o tutores vigilen que escupan la pasta y no la traguen.
Es buen momento para enseñarles a evitar las bebidas o cereales azucarados en el biberón, o al menos a controlarlas, porque favorecen la aparición de caries.
Entre los 6 y los 12 años es momento de perder los dientes de leche y darle la bienvenida a los definitivos, que deben cuidarse muy bien en ambos casos.
El Consejo General de Dentistas sugiere usar protector bucal a los niños que ya practican algún deporte con alto contacto físico, como el fútbol. “A estas edades, los traumatismos dentales son muy frecuentes. Si ocurre, acude al dentista lo antes posible para evitar problemas mayores”, matiza.
Otro consejo es fomentar la comida sana y evitar tomar zumos envasados o refrescos.
Y en las visitas al dentista, es ideal preguntar por los selladores dentales.