Se sabe que la ortodoncia invisible es uno de los tratamientos más demandados en los últimos años, debido a su eficacia y comodidad. Estos procedimientos no solo ayudan a mejorar la estética de la sonrisa, sino que proveen mayor salud.
Al conseguir contactos oclusales que favorecen la permanencia de nuestros dientes en la boca, trae muchos más beneficios para quienes se someten a ella.
Los especialistas recuerdan que, por ejemplo, una buena mordida previene migrañas, dolores de espalda, de cuello e incluso puede evitar lesiones deportivas.
Además, cuando hay una mala oclusión dental, aparecen problemas de salud afectan el rendimiento de la vida cotidiana, que pueden resolverse con este tratamiento.
En el proceso de ortodoncia invisible, el paciente tiene que llevar férulas termoformadas y transparentes. Estas férulas tienen entre 0,7 y 1 milímetro de grosor aproximadamente, lo que hace que pasen desapercibidas. Además, se deben cambiar cada 10-14 días, aproximadamente.
En ocasiones, se necesitan colocar unos ‘ataches’, que son botones de resina del color del diente, por lo que prácticamente no se aprecian y ayudan a una mejor fijación de las férulas transparentes; lo que abunda en ventajas.
Gracias a los pequeños movimientos que producen a lo largo de varias semanas, se consigue un ajuste perfecto de los dientes al morder.
Estas férulas también suponen una protección para golpes provocados por caídas o alguna actividad física y deportiva.
