No es común, pero puede ocurrir que el cloro que le colocan a las piscinas para garantizar la pureza del agua dañe los dientes o las encías.

Es una alerta para todos los que gustan de pasar el día en la piscina durante el verano, cuando el calor agobia. Pero, los efectos pueden nunca verse, debido a que no a todos les perjudica.

Las cantidades de cloro que se coloca en las piscinas es tolerable, pero a largo plazo puede incidir en la resequedad de la boca, al producirse menos saliva y facilitar la proliferación de las bacterias que provocan la caries.

La clave para evitar esto es la hidratación constante cuando se está disfrutando en la piscina. Pero no con bebidas azucaradas y carbonatadas. Es preferible consumir agua o zumos de fruta con poca azúcar.

También puede maximizarse la sensibilidad dental, debido a sus propiedades reactivas, que debilitan el esmalte.

Si una persona ya sufre de sensibilidad dental y se expone largamente al agua purificada con cloro, podría sentir más ese dolor.

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