Cuando la higiene dental es deficiente aparece la placa bacteriana, que ya compromete al diente y a la encía porque puede provocar caries y gingivitis, pero cuando ese biofilm se endurece, entonces se le llama “sarro” y sus efectos en la salud bucal son mucho más graves.
El sarro, también denominado cálculo o tártaro dental, se pega al diente, al borde de las encías y debajo de ellas y puede irritar los tejidos gingivales.
Además, le proporciona a la placa bacteriana una superficie más extensa donde crecer y más pegajosa donde adherirse.
Es incluso un problema estético, porque al ser más poroso, absorbe las manchas con facilidad y es más visible. Al tomar café o vino se notará con mayor evidencia.
No hay excusa entonces, pues se ve fácilmente por encima de la línea de las encías. El indicador de sarro más común es observar un color marrón o amarillento en los dientes o encías. La única manera de retirarlo es con un “raspado radicular” que realiza un dentista o un higienista, en el que se utilizan instrumentos especiales para retirar el acumulado debajo de la encía.
Para prevenirlo se sugiere una higiene dental adecuada, con una pasta dental de control de sarro y usar hilo dental.
