raton perez

Cuando somos niños nos dicen que al caer un diente de leche, hay que dejarlo debajo de la almohada para que el Ratón Pérez se lo lleve y, a cambio, deje un obsequio, que generalmente es un dulce o dinero.

Parece una de las leyendas más difundidas en el mundo occidental, pero poco se sabe del origen de esta historia.

Todo parece indicar que la leyenda comenzó en España, a finales del siglo XIX, cuando el rey Alfonso XIII, que era solo un niño de ocho años, huérfano de padre y muy consentido por su madre, María Cristina, sufrió la pérdida de su primer diente y lo convirtió en un gran problema.

Su madre encargó al padre Luis Coloma, jesuita y novelista, que escribiera un cuento sobre lo sucedido para darle un aire fantástico y quitarle la gravedad que el niño le había dado al hecho.

Coloma redactó un relato de varias páginas en torno al Rey Buby I, un nombre basado en el apodo con el que la madre se refería al pequeño monarca. En el cuento, tras perder Buby su primer diente de leche, este lo colocó debajo de la almohada, junto a una carta, para el Ratoncito Pérez.

La historia narra la recolección durante la noche los dientes de los niños de Madrid, para llevarlos su casita, en la pastelería Carlos Prast, a donde lo acompaña el Rey Buby I, quien conoce a la familia de su pequeño y nuevo amigo.

Coloma incluyó aquí otro apunte que identificaba al futuro rey dentro de la narración: los ratoncitos vivían en una caja de galletas Huntley, sus preferidas.

Esta historia ha trascendido por generaciones y en otros países el ratoncito también tiene otros nombres: en Francia le llaman “Le petite souris” y en Italia ”Topino” o “Topolino”.

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