implante dental

Los avances de la implantología dental que más destacan son los que tienen que ver con el conocimiento de los fenómenos biológicos de la osteointegración.

La posibilidad de establecer y mantener una unión rígida que puede soportar estructuras protésicas con éxito, clínicamente asintomáticas y a largo plazo es un logró único.

Santiago Pasquin es autor de un trabajo sobre las diferencias fundamentales entre los implantes y los dientes naturales, que para personas sin entrenamiento odontológico pueden parecer iguales.

Pasquin, experto de Knotgroup Dental Institute (KDI), un Instituto de Investigación e Innovación Odontológica que trabaja para promover la educación dental y la innovación en el campo de la odontología, explica que en sus inicios, el tratamiento con implantes dentales fue concebido para la rehabilitación de pacientes con edentulismo total. Pero las múltiples aplicaciones de la técnica hoy en día han creado situaciones terapéuticas muy diversas y complejas que requieren una gran preparación y conocimiento.

El especialista considera que las diferencias entre implantes y dientes son evidentes y fácilmente observables con la mera observación de los mismos.

Composición. Los dientes están compuestos por una estructura orgánica similar al hueso, compuesta por una parte dura y otra blanda. La parte dura la forman del esmalte, la dentina y el cemento. La parte blanda está formada por la pulpa dentaria. Los tres componentes duros presentan comportamientos biomecánicos diferentes transfiriendo sus características al conjunto del diente. Este comportamiento varía según se trate de un diente vital o un diente endodonciado.

Los implantes suelen tener un solo componente, normalmente titanio, y la aleación del mismo sufre distintas variaciones según el fabricante. Estas pequeñas variaciones confieren comportamientos mecánicos diferentes.

Estructura. Los dientes tienen una estructura en bloque, a menos que no estén restaurados con postes o reconstrucciones. Los implantes, suelen tener, tres partes. El implante propiamente dicho, intraóseo, el pilar que conecta a través de la encía con el exterior y la corona. Ello implica la existencia de conexiones entre cada uno de los componentes.

La unión con el hueso. En el caso del diente, existe un elemento amortiguador que es el ligamento periodontal. El diente se encuentra suspendido a través de este ligamento. Le confiere un carácter resiliente ante las fuerzas oclusales, de modo que puede compensar el estrés oclusal mediante pequeños movimientos que se han cifrado entre las 80-140 micras en sentido horizontal y entre 30-90 micras verticalmente dependiendo de si el diente es un incisivo o un molar ante fuerzas masticatorias fisiológicas. Su comportamiento variará dependiendo de factores como el largo, ancho y la anatomía de su raíz.

El implante carece de ligamento periodontal y gracias a la osteointegración se encuentra unido rígidamente con el hueso que lo soporta. Su capacidad de amortiguación dependerá únicamente de la elasticidad del hueso que lo soporta. Pero, a diferencia del diente, el implante no tiene la posibilidad de movimiento con respecto al hueso. Así, la elasticidad del hueso solo le permite una movilidad máxima de 25 micras dependiendo de si es en mandíbula o en maxilar superior, la edad del paciente, la dirección de la fuerza y la longitud del implante.

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