El verano está muy cerca y con él llegan las altas temperaturas y la necesidad de tomar más bebidas refrescantes, como las carbonatadas que, en exceso, suponen un riesgo de salud bucal.

Es cierto que un refresco de vez en cuando no hará daño, pero si se convierten en una bebida habitual que hasta incluso sustituya al agua, el peligro es latente.

La razón es que el azúcar y los ácidos del refresco producen caries y otras enfermedades en los dientes.

El Consejo General de Dentistas ya lo advirtió esta semana en su web, e incluyó el cepillado fuerte a esas actividades que pueden dañar los dientes y comprometer la salud oral.

Quienes creen que al tomar un refresco sin azúcar se libran del riesgo se equivocan, pues los ácidos siguen activos y contribuyen al desgaste de tu esmalte, como el ácido cítrico o el carbónico, que es el que produce el gas.

Desde el punto de vista químico, cuando comes alimentos ácidos el pH de tu boca baja y entonces los dientes se exponen más a la erosión de los ácidos.

Ocurre con el zumo de naranja o el de limón. De hecho, la recomendación principal es no cepillar los dientes luego de tomar un zumo de limón, porque lo que se logra es extender el ácido por los dientes. Lo ideal es esperar media hora.

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