Sufrir de mal aliento es incomodo y desagradable. Las personas tienden a no hablar mucho, o no acercarse, y ni siquiera reírse. Es un problema de salud bucal que afecta las actividades sociales.
Cuando se detecta la halitosis, lo mejor es acudir a un especialista para determinar qué la causa. En el 90% de los casos la razón es una mala higiene bucal, que va dejando restos de comida entre los dientes y provoca el mal olor.
Pero otra razón, dentro del 10% restante, puede venir del estómago que, al estar en conexión directa con el esófago y la cavidad bucal, proyectar hacia la boca un mal funcionamiento en el tubo digestivo.
Cuando existe la sospecha, una de las opciones comunes es una endoscopia digestiva, pero no es estándar. La prueba inicial ha de ser el test del aliento (cromatografía de gases) para detectar la presencia bacteriana. Posteriormente, la endoscopia sí que puede ser útil cuando existe sintomatología digestiva para el diagnóstico de patología asociada.
Además, la halitosis persistente puede estar causada por la infección gástrica de la bacteria Helicobacter pylori, capaz de generar unos gases llamados sulfurados volátiles. Estos compuestos son los causantes del mal olor.
El mal aliento de origen gástrico tiene un tratamiento seguro y eficaz. Existen tests para determinar la presencia de la bacteria Helicobacter pylori y al eliminarla con antibióticos y otros medicamentos terminará el problema.
Diversas patologías del tracto digestivo también pueden estar en relación con el mal aliento, como son las gastritis, las úlceras, las hernias de hiato, el reflujo gastroesofágico, el divertículo de Zenker, las enfermedades inflamatorias intestinales o la presencia de cuerpos extraños en la faringe.
