La composición química del tabaco afecta de forma directa la salud oral, empeorando condiciones tales como la enfermedad de las encías o periodontitis, así como los fumadores presentan una pérdida ósea más rápida y severa que los no fumadores.
En los estudios llevados a cabo sobre fumadores se evaluó que tenían entre tres y seis veces más probabilidades de sufrir una degradación de las encías y la pérdida ósea fue cinco veces mayor entre los fumadores empedernidos tanto activos como anteriores, comparados con personas que nunca fumaron.
Una característica de las encías de los fumadores es que sangran menos y presentan menor enrojecimiento a pesar de que sus bocas no son saludables, conduciendo a una falsa impresión o aparentar que las encías están sanas, pero no es así y por ello es muy importante que los consumidores de tabaco tengan exámenes dentales regulares para evaluar el estado de sus encías.
No sólo el tabaquismo aumenta la probabilidad de que se desarrolle la enfermedad de las encías, sino que además hace el tratamiento mucho más difícil, siendo menos probable que tenga éxito, debido a que fumar dificulta la cicatrización de los tejidos en la boca.
Un estudio encontró que los fumadores tenían el doble de probabilidades que los no fumadores a perder los dientes en los cinco años siguientes después de terminar un tratamiento periodontal. Además los fumadores no responden bien a los tratamientos de cirugía oral y por lo tanto en el caso de los implantes dentales son mucho más propensos a fallar en estas personas a causa de la cicatrización ósea.
Los investigadores todavía están estudiando precisamente lo efectos del tabaco sobre el tejido bucal, aunque los resultados preliminares establecen que interfiere con las funciones básicas que luchan contra la enfermedad, dificulta la cicatrización y afecta la manera en que la encía responde a todo tipo de tratamiento. Como reflexión, ¿vale la pena?
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