El sellado de fosas y fisuras es una técnica preventiva ampliamente utilizada en odontopediatría para proteger los dientes permanentes recién erupcionados, especialmente los molares. Esta medida, aunque sencilla, tiene un impacto significativo en la salud bucal infantil, ya que ayuda a evitar la aparición de caries en zonas donde el cepillado suele ser menos efectivo. La superficie oclusal de los molares presenta surcos profundos y estrechos que, en muchos casos, son difíciles de limpiar adecuadamente, lo que los convierte en un sitio ideal para la acumulación de placa bacteriana y restos de alimentos.
El sellador es un material plástico fluido que se aplica directamente sobre estas superficies masticatorias, creando una barrera física que impide la entrada de bacterias y ácidos. Este procedimiento es indoloro, no requiere anestesia y se puede realizar en una sola visita al consultorio. Además, es una intervención económica y de bajo riesgo que puede ofrecer años de protección si se realiza y mantiene correctamente.
La aplicación de selladores está recomendada principalmente en niños y adolescentes, justo cuando los primeros y segundos molares permanentes han erupcionado, generalmente entre los seis y los doce años de edad. Es en esta etapa cuando el riesgo de caries es mayor debido a la combinación de factores como una higiene oral deficiente, alto consumo de azúcares y menor destreza en el cepillado. Actuar preventivamente en este momento puede evitar tratamientos más invasivos en el futuro, como empastes, endodoncias o incluso extracciones.
La eficacia de los selladores ha sido respaldada por múltiples estudios científicos que muestran una reducción significativa en la incidencia de caries en las superficies tratadas. Sin embargo, su efectividad depende del seguimiento adecuado. Es importante que el dentista revise periódicamente el estado del sellador durante las consultas de control, ya que con el tiempo pueden desgastarse o desprenderse parcialmente. En esos casos, se puede reparar o reaplicar sin dificultad.
Aunque los selladores son una herramienta muy útil, no reemplazan las prácticas básicas de higiene bucal. El cepillado con pasta fluorada al menos dos veces al día, el uso de hilo dental y una dieta baja en azúcares siguen siendo pilares fundamentales en la prevención. Los padres también juegan un rol esencial, ya que deben supervisar y motivar a los niños a mantener buenos hábitos desde temprana edad.
En resumen, el sellado de fosas y fisuras es una estrategia preventiva eficaz, segura y accesible que puede marcar la diferencia en la salud bucal infantil. Su aplicación oportuna protege los dientes permanentes durante una etapa crítica y refuerza el enfoque preventivo de la odontopediatría, evitando problemas mayores a largo plazo. Con el acompañamiento profesional adecuado y buenos hábitos en casa, los beneficios de esta técnica se potencian y se traduce en sonrisas sanas desde la infancia.





