Todos los dentistas nos recomiendan cepillarnos los dientes y seguir un ritual de higiene bucal que incluya aseo interdental y enjuague, pero ninguno aconseja que nos cepillemos con demasiada fuerza.

Las reglas son claras: el tiempo aproximado del cepillado debe ser de dos minutos por sesión, la frecuencia es de al menos dos veces al día o media hora después de cada comida y el equipo adecuado.

Pero se hace necesario agregar otra sugerencia, que no te cepilles con demasiada fuerza.

Es un error común pensar que la presión adicional ayudaría a eliminar toda la suciedad, cuando en realidad puede hacer mucho daño. Cepillarse los dientes con demasiada fuerza puede causar problemas como el esmalte rayado y la degeneración de las encías.

Si observas tus encías retraídas es posible que hayas estado cepillando tus dientes ejerciendo mucha presión, y es momento de bajar la intensidad.

Es la única señal visible que el paciente puede apreciar, porque el debilitamiento del esmalta tendría que ser verificado por el dentista o un higienista.

Más adelante, el paciente puede comenzar a sufrir de una mayor sensibilidad, especialmente al comer alimentos fríos o duros.

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