El que se muevan los dientes de un niño en edad de cambiar sus piezas de leche por las permanentes es normal. Pero si eres adulto y de la nada notas ese movimiento, algo no anda bien.

Y aunque la movilidad dental se produce todo el tiempo, en muchos casos es patológica y puede provocar problemas más graves, como la caída del diente.

Si un diente se mueve, lo seguro es que sea la encía la que está en problemas y no el diente en sí. Allí, un profesional evaluará el ligamento periodontal, y el estado de los huesos que rodean los dientes.

La zona puede complicarse si se deja a las bacterias que viven en la boca actuar por su cuenta, mediante una escasa y deficiente higiene bucodental.

La acumulación de placa y sarro entre los dientes y las encías es la causa principal de que una pieza se afloje y empiece a moverse.

Las bacterias en esa acumulación terminan infectando e inflamando, lo que debilita el apoyo de los dientes.

La acción inmediata es una limpieza dental y un seguimiento constate a la higiene bucodental. De lo contrario, la falta de apoyo de la encía hará que el diente caiga definitivamente.

Pero el sarro no suele ser la única causa del movimiento de un diente. También puede ser por morder objetos duros, que producen impactos continuados en los dientes y debilitan la zona, pudiendo llegar a propiciar la pérdida.

Otra razón es la falta de otras piezas, lo que hace que el resto de los dientes tengan espacio y busquen ocuparlo.

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