La anodoncia es la ausencia de una o más piezas dentales por razones congénitas. Es una condición que puede darse en cualquier punto de la vida, pero se detecta generalmente en la primera dentición, a la que comúnmente se le llama “dientes de leche”.

Por ello, las revisiones periódicas en cualquier momento de la vida (infancia, adolescencia o adultez) son importantes para detectar a tiempo la anodoncia.

Si se observa que el bebé todavía no ha desarrollado ningún diente a la edad de nueve meses o bien se detecta alguna alteración en los niños a la hora de realizar el recambio dentario, es fundamental acudir a un odontopediatra para poder contar con un diagnóstico precoz.

Cuando se confirma la anodoncia, el profesional realizará las pruebas y los exámenes necesarios para ofrecer la solución más idónea en cada caso. Generalmente, el tratamiento desemboca en la implantología.

Esta técnica odontológica consiste en la implantación de pequeños tornillos de titanio u otros materiales biocompatibles en el hueso maxilar o mandíbula que cumplen con la función de las raíces naturales de los dientes ausentes. Sobre ellos, se colocan unas prótesis dentales confeccionadas en materiales cerámicos que imitan la estética y las propiedades del esmalte de los dientes.

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