La literatura científica demuestra que la aplicación de la toxina botulínica tipo A controla dolores musculares, el estrés y la ansiedad causados por el bruxismo y el apretamiento dental, pero no elimina la necesidad de usar la placa miorelajante.
Con esta premisa, la especialista brasileña en armonización orofacial, Priscilla Pereira, explica el tratamiento del bruxismo con toxina botulínica tipo A, un procedimiento seguro y efectivo para este trastorno, de acuerdo a su experiencia.
El bruxismo es el hábito de apretar o rechinar los dientes de forma inconsciente. La mitad de la población mundial lo padece y está relacionado con factores como la ansiedad, el estrés y síntomas depresivos, que pueden tener consecuencias perjudiciales como: dolores de los músculos masticatorios, músculos del cuello, dolores de cabeza, desgaste anormal y excesivo de los dientes; alteraciones en el sueño, en la salud y estética bucal y facial.
“La neurotoxina actúa en la terminación nerviosa, separando una de las proteínas del complejo llamado SNARE”, recuerda Pereira.
Agrega que la toxina botulínica tipo A (TBA) que estaba siendo usada en tratamientos para el estrabismo, ha ganado con el tiempo un espacio en lo que se refiere al control de los síntomas de bruxismo y apretamiento dental. “Se aplica en el músculo masetero y el músculo temporal. Debido a su acción neuromoduladora, cuando es aplicada en el músculo, la toxina botulínica produce una disminución del tono muscular y, en consecuencia, disminuye también la sobrecarga de la oclusión”.
Es entonces cuando la neurotoxina actúa en la terminación nerviosa, separando una de las proteínas del complejo llamado SNARE. Una vez que ha sido cortada esta proteína, se inhibe la liberación de acetilolina, y este bloqueo previene parcial o totalmente la contracción muscular, disminuyendo la fuerza muscular y aliviando el dolor del paciente.