Se acaban las vacaciones y llega el estrés, con sus terribles consecuencias para la salud general del organismo. Una de las enfermedades dentales muy relacionadas a este mal de la modernidad es el bruxismo.

Se trata de una disfunción de la articulación temporomandibular (ATM) que se encuentra entre el hueso temporal y la mandíbula, lo que coloquialmente se conoce como apretar o rechinar los dientes.

Puede afectar tanto a niños como adultos y aunque su aparición puede ser producto de diferentes factores, es el estrés, con el que muchos ciudadanos tienen que lidiar, por ejemplo, al regreso de las vacaciones una de sus principales causas.

El bruxismo se caracteriza por la alteración de los músculos mandibulares y de las estructuras adyacentes. De igual forma, la unión disco-cóndilo se ve afectada en diferentes grados, lo cual marcará la evolución de las diferentes fases de una patología que es conveniente no menospreciar y diagnosticar cuanto antes.

Otras de las causas son: maloclusión, asimetría esquelética, artritis, trastorno degenerativo e inflamatorio de las articulaciones temporomandibulares.

Para saber si se padece bruxismo hay que tomar en cuenta síntomas como el dolor de cabeza y en el cuello, molestias en los músculos de la cara, desgaste dental y chasquidos a abrir o cerrar la boca.

Lo habitual para tratarlo es el uso de una férula de descarga, cuya función es otra reposicionar los cóndilos y relajar los músculos de manera progresiva. Al mismo tiempo, disminuye la tendencia a apretar los dientes e impide que se desgasten. La cirugía sólo se recomienda en casos extremos.

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