La manera de masticar los alimentos, la forma de la mandíbula humana y la pronunciación de ciertas letras del abecedario serían muy diferentes hoy en día si la agricultura no hubiera sido aplicada hace miles de años.

En los últimos seis mil las sociedades agrícolas sustituyeron cada vez más los productos lácteos y granos procesados por carne de caza más resistente a masticar y plantas silvestres comunes en las dietas de cazadores-recolectores.

Y, de acuerdo con un nuevo estudio, esto no sólo cambió la dieta de los humanos, sino también la estructura de la mandíbula, y provocó que ciertos sonidos labiodentales puedan pronunciarse, como las letras «f» y «v».

“Las personas que regularmente mastican alimentos duros como la carne experimentan un cambio de mandíbula. Pero aquellos que crecen comiendo alimentos más blandos mantienen esa sobremordida en la edad adulta”, refirió  el lingüista comparativo Damián Blasi de la Universidad de Zurich y sus colegas, en un resumen sobre el estudio.

La investigación, publicada en la revista Science, se realizó a través de un par de simulaciones  por computadora, que sugirieron que los adultos con una sobremordida pueden producir mejor ciertos sonidos que requieren tocar el labio inferior con los dientes superiores.

Los lingüistas clasificaron esos sonidos del habla, que se encuentran en aproximadamente la mitad de los idiomas del mundo, como labiodentales. Cuando reconstruyeron el cambio de idioma a lo largo del tiempo entre las lenguas indoeuropeas, que actualmente se habla desde Islandia hasta la India, los investigadores encontraron que la posibilidad de usar los labiodentales en esos idiomas aumentó –– sustancialmente en los últimos siete mil años ––. Eso fue especialmente cierto cuando comenzaron a aparecer alimentos como los granos molidos y productos lácteos.

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