El grafeno es un elemento nuevo, descubierto casi por casualidad, que podría revolucionar al mundo en el futuro inmediato, debido a las características que posee. Pero, como un adelanto, ya se saben algunas aplicaciones en la odontología.

Por ejemplo, al ser el grafeno un material tan resistente, se hace factible diseñar prótesis para la rehabilitación oral a través de restauraciones implanto-soportadas. Además, absorbe y reparte las cargas masticatorias, previene el fenómeno del bimetalismo y es biocompatible.

Esto permitiría que el paciente no deba volver a la consulta motivado a cambio de piezas dentales.

Además, el grafeno permitiría que se realicen estructuras dentales de alta ductilidad, que puedan deformarse sin la necesidad de llegar a la ruptura y, a su vez, lograr una mejora estética importante.

Ya se ven productos en el mundo en base al grafeno: un equipo multidiciplinario de la Universidad de Chile desarrolló Blueremin, un líquido que permite detener el avance de las caries creado con flúor y grafeno… ya no será necesario usar la turbina.

El grafeno proviene del grafito, el mismo con el que se crean las minas de los lápices. Fue descubierto casi por mera curiosidad: para obtener el grafito más puro, los investigadores solían pegar una cinta y arrancarla. Un día, uno de ellos, decidió analizar lo que restaba en la cinta y, al verlo, se dio cuenta que en ella se encontraba un nuevo material, compuesto por átomos de carbono e hidrógeno, ordenados en forma de panal de abeja. Esa forma, le otorgaba además, impresionantes características:

-Alta conductividad térmica y eléctrica.

-Alta flexibilidad y dureza, el grafeno es 200 veces más duro que el acero, e incluso que el diamante.

-Resistencia.

-Es tan ligero como la fibra de carbono pero más flexible.

-Es transparente.

-Menor efecto Joule, se calienta menos al conducir los electrones.

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