El implante cigomático es la solución para las personas que perdieron una pieza dental y el hueso donde se sostenía se reabsorbió, por diferentes razones. Los avances tecnológicos hoy lo permiten, hace 10 años no.

Cuando un diente se cae, la ausencia de estímulo de la masticación en el hueso maxilar superior provoca su paulatina reabsorción hasta, en casos extremos, reducirlo al mínimo.

Al no haber hueso, los profesionales no podían colocar implante alguno, pero ese obstáculo ya está superado con la técnica del implante cigomático.

El cirujano maxilofacial Federco Rehberger afirma que a sus pacientes les dice que sí hay hueso, pero no en la boca, sino en otras zonas del rostro. Y de eso se trata este procedimiento, buscar material ósea en los pómulos, donde está el hueso malar o cigomático, protagonista de esta técnica de implantología avanzada.

“Se trata de implantes específicos, mucho más largos”, explicó el especialista. “Se anclan en el hueso cigomático, recorren el seno maxilar (atravesándolo o pasando por delante la pared anterior) y emergen en el interior de la boca. Tienen la ventaja de que el hueso del pómulo es de grandísima calidad, por lo que proporciona mucha estabilidad”.

Esa estabilidad hace que solo hagan falta cuatro implantes para recolocar todas las piezas dentales del arco superior.

Aunque se evidencia una intervención quirúrgica compleja, que debe ser realizada por un profesional experimentado y con habilidades, la tasa de éxito es superior a la de cualquier otro tipo de implante u otra técnica alternativa ante la ausencia de hueso: los implantes cigomáticos perduran, sin dar problemas a los pacientes, en un 98% de los casos.

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