El mejor tratamiento para recuperar las piezas dentales pérdidas es hoy la implantología. Pero, a veces, el paciente no tiene hueso maxilar, y las dificultades en la inserción de implantes y la rehabilitación prostodóncica, crecen notablemente.

Pero hay técnicas quirúrgicas avanzadas que permiten injertos óseos y permiten aumentar y reconstruir el reborde alveolar, son los llamados injertos o sustitutos óseos.

El injerto onlay, es una técnica basada en obtener un injerto en bloque extraoral o intraoral, o bien en el uso de biomateriales para su posterior colocación gracias a tornillos de osteosíntesis en la zona de la atrofia. Su principal ventaja es la corrección de defectos tanto en anchura como en altura, para la rehabilitación posterior con implantes dentales.

El injerto inlay, también llamada técnica de “sándwich”, sostiene la teoría de que, si se posiciona el hueso biomaterial o autólogo entre dos pedículos de hueso esponjoso, se consigue una rápida incorporación del injerto con una mínima reabsorción.

El injerto autólogo proviene de otro lugar del cuerpo del paciente y permiten trasplantes de células vivas, evitan la transmisión de enfermedades infectocontagiosas y no existe el rechazo inmunológico, ya que el material injertado proviene del propio individuo.

El injerto homólogo o aloinjertos son los realizados entre individuos de la misma especie, pero genéticamente distintos, retirados de donantes en bancos de tejidos. Los bancos de huesos permiten disponer de una cantidad ilimitada de hueso y sin la morbilidad de su extracción.

Los injertos heterólogos o xenoinjertos son los que se realizan entre individuos de diferentes especies, en el que sus materiales derivan de tres especies diferentes: las algas, los animales y el coral. Se consideran libres de riesgos y su obtención es sencilla. Los más representativos son el hueso bovino desproteinizado tratado químicamente.

Los injertos aloplásticos no proceden de individuos orgánicos, sino de procesos artificiales que surgen como solución para evitar posibles complicaciones generadas por los aloinjertos y los xenoinjertos. Los más comercializados son los cristales bioactivos, entre ellos el betafosfato tricálcico y la hidroxiapatita.

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