Generalmente, en Estados Unidos los servicios odontológicos son costosos y muchas veces prohibitivos para algunas personas. Por eso, y como condición humana, los ciudadanos han buscado otras alternativas, fuera de la seguridad sanitaria que le brinda su país: viajar a México y Costa Rica.

El ahorro que se logra al realizar los tratamientos dentales en países de Centroamérica parece dar, incluso, para aprovechar unas vacaciones tropicales.

Mike Salmon, de la agencia Kaiser Health News, no solo escribió un reportaje sobre este auge, sino que fue uno de los pacientes norteamericanos que se puso en manos de un dentista costarricense, tan preparado como los de su país.

El periodista admitió que un dentista barato pero malo no es ninguna ganga. También afirmó: “Es cierto que viajar a otro país para pagar menos en servicios de odontología, tiene problemas y riesgos adicionales”. Recordó que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que los estándares locales de instalaciones y capacitación pueden ser más bajos que en los Estados Unidos, y que errores en la traducción o la comunicación pueden llevar a tratamientos incorrectos.

A eso habría que sumarle que viajar en avión no es recomendable de cualquier tipo de cirugía, pues aumenta el riesgo de coágulos de sangre que pueden ser mortales.

Pero aquí una comparación: En Estados Unidos, las coronas cuestan 1.500 dólares, y entre 300 y 600 dólares en México o Costa Rica. Y generalmente no se necesita una corona, Salmon necesitaba cuatro.

No es de extrañar que los estadounidense hayan gastado 2.6 millones de dólares en turismo médico y dental en 2018, de acuerdo con la Oficina de Análisis Económico.

Sin embargo, esas estadísticas de cuántas personas hacen esta práctica no existen. Pero, en Costa Rica, epicentro del turismo dental, se estima que los turistas gastaron más de 200 millones de dólares en implantes, coronas, barnices, y otros cuidados dentales en 2017.

El proceso no parece complicado. En sus primeros trámites se encontró con muchas opciones, pero finalmente escogió un corredor de servicios odontológicos. El facilitador recibió los recaudos del paciente, los distribuyó a odontólogos especializados en Costa Rica y ellos enviaron sus ofertas.

Lo demás no fue una película de terror. El mismo corredor organizó el viaje y todos los detalles. Al llegar a la clínica, Salmon afirma haberse tranquilizado: “Vi equipos de última generación, y supe que varios de los dentistas se habían formado en escuelas de odontología estadounidenses. Mi dentista había realizado algunas prácticas en el Baylor College of Dentistry, en Texas, ahora Texas A&M College of Dentistry. El personal hablaba inglés con fluidez”.

Y mientras los profesionales trabajaban en sus coronas dentales, que tardarían unos días Salmon y su esposa volaron a Drake Bay. Bucearon, nadaron y pasearon en medio de manglares.

De regreso, su tratamiento estuvo listo e instalado y volvió a su país. Vacaciones más tratamiento dental: 4.100 dólares. Todo le resultó muy bien.

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