Los amigos y empresarios Mike Medicoff y Damien Vince, residentes de la ciudad de Edmonton, en Canadá, se fijaron el desafío de cambiar el paradigma de la forma como viene el dentífrico y tratar de eliminar el tubo, que una vez desecho es una amenaza para el medio ambiente.

El material de las pastas dentales es mixto. En la industria se usa plástico, coberturas, resinas y algunos otros compuestos que, por lo menos, necesitan 500 años para que puedan ser descompuestos por la tierra. Y, además, los tubos son difíciles de reciclar.

Siendo tan común, este objeto de consumo masivo es una verdadera amenaza para el medio ambiente.

La idea surgió cuando la hija de Medicoff, una adolescente de 16 años muy consustanciada con las acciones reales por la defensa del planeta, estableció que en su casa no se utilice el plástico. Un rápido inventario le indicó que los tubos de pasta dental no tenían modelo alternativo o ecológico.

Entonces conversó del tema con su amigo Vince y ambos se anotaron en la meta de fabricar una opción verde. Adquirieron pequeñas máquinas, estudiaron fórmulas, se asesoraron con dentistas, químicos, tuvieron muchas horas de trabajo hasta dar en el clavo.

El resultado: una pastilla que, una vez en la boca, reacciona en espuma mentolada y solo necesita cepillado y agua. Las pastillas se guardan en unas bolsitas de papel y cada empaque, a modo de inicio, contiene 65 unidades por un costo de 9,95 dólares.

La bautizaron Change Toothpaste y está hecha de fosfato dicálcico, eritritol, xilitol, sabor a menta verde, sulfonato de olefina c14-16 de sodio, bicarbonato de sodio, mentol, dióxido de silicio y extracto de hoja de hierba buena. Además el producto no contiene fluoruro, gluten, lácteos, nueces o soya.

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