Los dentistas, como profesionales de la salud en la primera línea de atención, tienen grandes posibilidades de detectar las señales de la viruela del mono (MPX).

Pero además, como en el caso de la COVID-19, deben aplicar estrictas medidas de bioseguridad para contener los contagios en la práctica diaria.

El brote de viruela del mono fue declarado emergencia de salud pública de importancia  internacional a fines de julio por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un artículo publicado en la International Dental Journal (IDJ) explora las implicaciones de este brote para la práctica dental.

Allí es donde se establece que los dentistas pueden ser los primeros en reconocer a un paciente con viruela del mono, porque las úlceras orales son la manifestación principal en más del 25% de los casos.

Pero, recuerda, la incesante acción de los dentistas para evitar la propagación viral a través del contacto y la transmisión por aerosol, con sus estrictos controles de bioseguridad.

Y es que el contacto cercano que tiene el dentista con su paciente pone un nivel más alto de riesgo. Pero, como quedó comprobado con la crisis del coronavirus, los odontólogos tienen la capacidad de enfrentar estos desafíos.

El artículo, firmado por el editor jefe del IDJ, el profesor Lakshman Samaranayake, recuerda que la transmisión por aerosol también es una posibilidad. Sin embargo, la transmisión de MPX en la clínica dental es poco probable si se siguen estrictamente las precauciones estándar de prevención y control de infecciones.

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